Lo que es verdad, y lo que es mentira
De toda la diatriba con la que nos bombardean los defensores del cambio climático provocado por el hombre, identifico aquellas partes que son verdad y las que son mentira:
ES VERDAD: Que hay un cambio climático en curso. Es un hecho que la temperatura media del planeta subió 0.7ºC durante el siglo XX. Aunque puede haber errores en las mediciones terrestres y cierta influencia de las islas de calor urbanas, el error no sería grande en cualquier caso, y una afirmación de que las temperaturas han subido, al menos, 0.6ºC en promedio, es muy fiable.
ES VERDAD: Que el hombre tiene cierta influencia en el cambio climático que se está produciendo. Es seguro que, al menos, parte del calentamiento experimentado se debe al incremento de los gases de efecto invernadero, debido a nuestras emisiones en la quema de combustibles fósiles.
ES MENTIRA: Que toda la subida de temperaturas experimentada hasta ahora sea debida a la mano del hombre. En particular, gran parte de la subida de temperaturas experimentada entre 1975 y 2005 se debe a la conjunción de las fases calientes de dos ciclos existentes en las temperaturas del Pacífico: ENSO (Pacífico sur, cambia cada 11 años) y PDO (Pacífico Norte, cambia cada 30). Ambos ciclos están ahora cambiando a sus fases frías y tienen una elevada incidencia sobre las temperaturas del planeta. En consecuencia deberíamos esperar cierto enfriamiento a corto plazo (10 años) y estabilidad a medio plazo (30), similar a lo que ocurrió entre 1940 y 1970, aunque todo ello quede inmerso en una tendencia global al alza.
ES VERDAD: Que si el planeta se calienta, subirá el nivel de los océanos, debido fundamentalmente a la expansión térmica del agua, que estando más caliente ocupa más volumen.
ES MENTIRA: Que la desaparición del hielo en el ártico tenga un efecto directo sobre el nivel de los océanos. El hecho de que se funda cualquier cantidad de hielo que flota en el agua, y ese es el caso del ártico, no modifica en absoluto el nivel del agua, porque el volumen ocupado por el agua que procede del hielo fundido es exactamente igual al que ocupaba la parte sumergida del hielo flotante antes de fundirse.
ES VERDAD: Que si lo que se funde es hielo emergido, es decir, hielo situado sobre tierra, entonces el nivel del mar se incrementaría.
ES MENTIRA: Que tal cosa esté pasando en niveles apreciables. Las principales reservas de hielo emergido en La Tierra están en la Antártida (descomunal) y Groenlandia (bastante). Con respecto a La Antártida, cada vez está más fría. El resto del planeta se está calentando, pero La Antártida se está enfriando, y hay poco peligro de que se funda ningún hielo allí. En cuanto a Groenlandia, si bien es cierto que sus glaciares se están retirando, medidas del espesor de hielo en el interior han mostrado un incremento de medio metro en los últimos años. En otras palabras, menos metros cuadrados de glaciares, pero más hielo por metro cuadrado en su interior. Además, el incremento de las precipitaciones en el interior de Groenlandia es una consecuencia directa de su calentamiento, y al ser en forma de nieve, esta tendencia al aumento del espesor del hielo en el interior no puede sino incrementarse.
ES MENTIRA: Que la subida del nivel del mar debido al calentamiento del planeta vaya a producirse, ni remotamente, a los niveles predichos por los modelos manejados por el IPCC. De acuerdo con esas predicciones, con el calentamiento de 0,7ºC que ya llevamos experimentado deberíamos haber visto una subida del nivel del mar bastante superior a la observada.
ES VERDAD: Que las emisiones del hombre están haciendo que se incremente la concentración de CO2 en la atmósfera, y que eso redunda en calentamiento global.
ES MENTIRA: Que la cantidad en que se incrementa el nivel de CO2 registrado en la atmósfera dependa únicamente de cuánto emitimos. El CO2 en la atmósfera presenta variaciones estacionales todos los años, mucho más acusadas que su tendencia general. De hecho, todos los veranos, entre los meses de Junio y Octubre aproximadamente, la cantidad de CO2 registrada en la atmósfera cae entre 5,5 y 6,50 ppm. Esto se debe a que durante el verano, todas las plantas en el Hemisferio Norte están creciendo, y en el proceso absorben mucho más CO2 del que emitimos. El fenómeno no es tan fuerte en el hemisferio sur porque hay mucha menos tierra emergida y con plantas allí. En consecuencia, en invierno el planeta pierde la batalla y las emisiones son superiores a lo que es capaz de absorber. Pero lo que hay que resaltar es que la cantidad en la que ganamos la batalla cada verano se ha mantenido constante desde 1950 a pesar de que emitimos muchísimo más CO2 que en los 50. Esto significa que el planeta también está absorbiendo mucho más CO2 que en los 50, en esa época del año. Y eso se debe fundamentalmente a que la fotosíntesis en el Hemisferio Norte mejora a medida que aumentan las temperaturas y que hay más CO2 disponible en la atmósfera. Esa es la razón principal por la que el ritmo de crecimiento de la concentración de CO2 en la atmósfera bajó ligeramente entre los años 80 y los 90, pese a que nuestras emisiones se incrementaron, y mucho. Pero el hemisferio norte también se estaba calentando a toda pastilla, y eso mejoraba la capacidad de absorción. Resumiendo: cuanto más nos calentemos, más CO2 será capaz de absorber el planeta por sí solo, y si nuestras emisiones dejasen de crecer en este momento, el ritmo de crecimiento de la concentración de CO2 en la atmósfera no permanecería constante sino que caería poco a poco.
ES VERDAD: Que los modelos utilizados por el IPCC, aplicados retroactivamente al periodo 1979-1999, dan lugar a una expectativa de calentamiento de la superficie terrestre que coincide con el calentamiento que hemos observado.
ES MENTIRA: Que lo haga por los motivos correctos. Las predicciones climáticas de los modelos del IPCC promedian distintas realizaciones, y al considerar aleatorias las ocurrencias de fenómenos como El Niño o La Niña y no dar importancia a los ciclos de las oscilaciones del Pacífico, es como si las ignorase. Es decir, sus predicciones son válidas en ausencia de tales fenómenos o en períodos de tiempo donde su influencia total es cero, y sólo cuenta el calentamiento provocado por los gases de efecto invernadero. Pero en el período de tiempo entre 1979 y 1999, la realidad es que hemos estado en la parte caliente del ciclo PDO, y que ha habido más fenómenos de El Niño que de La Niña. En consecuencia, parte del calentamiento experimentado se debe a estos fenómenos, y no puramente a los gases de efecto invernadero. Esto se traduce en que los modelos exageran la sensibilidad del clima terrestre a las variaciones de las concentraciones de los gases de efecto invernadero. Y esto es lo que vamos a comprobar con más facilidad a corto plazo, pues el enfriamiento que nos toca experimentar gracias a estos ciclos será contrario a las predicciones de continuo calentamiento propuestas por los modelos climáticos.